Registran una disminución del 14% de los nacidos vivos en Europa nueve meses después

Redacción

En Europa se produjo un descenso del 14% de los nacidos vivos en enero de 2021, apenas nueve o diez meses después del primer pico de la epidemia de COVID-19 y de los primeros confinamientos, en comparación con las cifras medias de nacidos vivos de enero de 2018 y 2019.

Los investigadores del estudio, que se publica en ‘Human Reproduction’, una de las principales revistas de medicina reproductiva del mundo, afirman que este descenso puede estar relacionado con los cierres impuestos en muchos países europeos, más que con el hecho de que las personas se infecten con el COVID-19 y tengan problemas como consecuencia de la infección, como muertes, abortos o nacimientos muertos.

Para que esto fuera así, explica que tendría que haberse producido un descenso de los nacimientos vivos pocas semanas o meses después de la exposición al COVID-19, algo que no observaron.

El primer autor del estudio, el doctor Léo Pomar, ecografista matrón del Hospital Universitario de Lausana y profesor asociado de la Escuela de Ciencias de la Salud de Lausana (Suiza), explica que «el descenso de los nacimientos nueve meses después del inicio de la pandemia parece ser más común en los países en los que los sistemas sanitarios tenían dificultades y se superaba la capacidad de los hospitales. Esto condujo a bloqueos y medidas de distanciamiento social para intentar contener la pandemia», añade.

«Cuanto más largos fueron los cierres, menos embarazos se produjeron en este periodo, incluso en los países no gravemente afectados por la pandemia –prosigue–. Creemos que el temor de las parejas a una crisis sanitaria y social en el momento de la primera oleada de COVID-19 contribuyó a la disminución de los nacimientos vivos nueve meses después».

Las pandemias anteriores de los siglos XX y XXI, como la pandemia de la llamada gripe española de 1918 y los brotes de ébola de 2013 y del virus del Zika de 2016, se asociaron a un descenso de las tasas de natalidad nueve meses después de sus picos.

Las razones fueron las altas tasas de mortalidad de los padres en las dos primeras pandemias y las altas tasas de mortalidad fetal como resultado de la exposición directa al Zika. También influyó el deseo de las parejas de posponer el embarazo en un momento de crisis.

Los investigadores se preguntaron si se observaría una tendencia similar tras la pandemia del COVID-19- Por ello examinaron los datos de 24 países europeos para los periodos inmediatamente anteriores y posteriores a la primera oleada de la pandemia de COVID-19. Ajustaron las tasas de nacidos vivos para tener en cuenta las variaciones estacionales y descubrieron que enero de 2021 fue el único mes en el que se produjo un descenso significativo de los nacidos vivos.

A nivel nacional, se observaron descensos en las tasas de natalidad en enero de 2021 en España (23,5% de descenso), Bélgica (12% ), Estonia (13%), Francia (14%), Italia (17%), Letonia 15,5%), Lituania (28%), Portugal (18%), Rumanía (23%), Rusia (19%), Ucrania (24%), Inglaterra y Gales (13%) y Escocia (14%).

En siete países las unidades de cuidados intensivos estaban sobreocupadas (más del 100% de ocupación) y en seis de ellos (Bélgica, Francia, Italia, España, Inglaterra y Escocia) se produjeron descensos sustanciales de las tasas de natalidad. El séptimo país, Dinamarca, no lo hizo. Sólo dos de los nueve países en los que hubo un impacto leve o moderado en las unidades de cuidados intensivos experimentaron un descenso de los nacimientos nueve meses después.

Marzo de 2021 fue el único mes con una tasa de nacidos vivos similar a la tasa mensual anterior a la pandemia, lo que corresponde a un repunte entre nueve y diez meses después del fin de los cierres. Sin embargo, los investigadores afirman que este repunte no parece compensar el descenso de las tasas de natalidad en enero de 2021.

Un análisis más detallado mostró que la duración de los cierres fue el único factor vinculado a la caída de los nacidos vivos en enero de 2021 en comparación con enero de 2018 y enero de 2019. Además, los países con una renta per cápita más baja tendieron a tener descensos en los nacimientos vivos de más del 10% en enero de 2021. Suecia, que no tuvo un cierre pero sí un alto número de muertes, no tuvo una caída en los nacidos vivos.

«La asociación que encontramos con la duración de los cierres puede reflejar un fenómeno mucho más complejo, en el sentido de que los cierres son decisiones gubernamentales utilizadas como último recurso para contener una pandemia. La duración de los cierres tiene un impacto directo en las parejas», asegura el doctor Pomar.

Indica que la información de este estudio es importante para los servicios sanitarios y los responsables políticos. «Es de especial importancia para los servicios de maternidad, que podrían adaptar la dotación de personal a los patrones de natalidad tras las pandemias: se espera un menor número de embarazos en el momento de las pandemias, pero podría observarse un repunte de los mismos tras su finalización», señala.

«El hecho de que el repunte de los nacimientos no parezca compensar la disminución de enero de 2021 podría tener consecuencias a largo plazo en la demografía, sobre todo en Europa occidental, donde la población envejece», añade.

Ahora, el doctor Pomar y sus colegas planean ver si hay tendencias similares tras las siguientes oleadas de la pandemia y los cierres. «Con el tiempo, la pandemia se hace endémica, se conocen mejor sus consecuencias durante el embarazo, se dispone de la vacunación y es posible que este descenso de los nacimientos se haya mitigado en las oleadas posteriores», anuncia.

El profesor Christian De Geyter, de la Universidad de Basilea (Suiza), editor adjunto de la revista Human Reproduction que no participó en la investigación escribe en un comentario que acompaña al artículo, que «estas observaciones son importantes porque muestran que el comportamiento reproductivo humano, evidenciado por el número de nacidos vivos, cambia durante acontecimientos dramáticos, epidemias y crisis globales…».

«Un cierto repunte del número de nacidos vivos después de cada una de estas crisis puede mitigar estas limitaciones, pero las crisis múltiples secuenciales también pueden hacer que el número de nacidos vivos no se recupere», comenta.

A su juicio, «las fluctuaciones en las aspiraciones de fertilidad causadas por las crisis afectarán invariablemente al tratamiento de la fertilidad; además, las fluctuaciones temporales en el número de nacidos vivos repercutirán en la presión sobre las unidades de atención obstétrica, las instalaciones escolares y, en última instancia, la estabilidad socioeconómica nacional».

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