Uno de cada diez españoles sufre soledad en modo grave tras la irrupción del Covid-19

Alvaro San Román

La crisis del Covid-19 ha duplicado la soledad en la población española, ya que el 11% de los españoles la sufre en modo grave, porcentaje que antes de la pandemia er el 5,2%.

Así lo refleja el ‘Informe España 2020’, elaborado por la Cátedra José María Martín Patino de la Cultura del Encuentro de la Universidad Pontificia Comillas presentado este jueves. Además, el 31% de los jóvenes dice sentirse solo.

En palabras de Agustín Blanco, director de la cátedra y coordinador del informe, «la pandemia del coronavirus ha puesto imagen y voz a otra enfermedad más silenciosa que nos acompaña desde hace años y que no deja de crecer: la soledad. En la era de las redes sociales, de la hiperconectividad, son cada vez más los que se sienten solos». Asimismo, el informe refleja que más del 21% de la población siente aislamiento social, el 26% leve y el 3% de modo intenso, y un 21,1% de la gente carece de un grupo de amigos.

Durante la presentación, Blanco llamó, no obstante, a «aprovechar» las «redes de apoyo» que han surgido durante la pandemia para paliar la soledad para «construir una sociedad cohesionada», pues «la pandemia no ataca a todos por igual y las consecuencias no son iguales para todos».

XENOFOBIA, VIVIENDA Y CONCILIACIÓN

El Informe España analiza también asuntos como la xenofobia, la vivienda en España, la conciliación laboral o el mercado de trabajo y la desigualdad. Sobre esto último, los datos revelan que se puede tener trabajo y ser pobre, pues la tasa de pobreza de los ocupados en España es del 13%, la tercera más alta de la Unión Europea.

Respecto a la conciliaón, sólo el 9,7% de los progenitores ha hecho uso de la reducción de jornada, aunque con diferencias que denotan una gran brecha de género: 19,9% de las madres frente a solo el 1,8% de los padres.

Esto se añade al problema de la vivienda. El texto desvela que en 2018 la emancipación individual suponía el 88,9% del sueldo y siete años antes, en 2011, «solo» el 60%. La pandemia, subrayó Blanco, ha hecho que la sociedad española vuelva a mirar a la «España vaciada» y la vida en el campo, como una opción vital en la que, por ejemplo, la educación de la escuela rural, por su metodología y trato cercano también saldría recalificada.

A este panorama hay que añadir el discurso de partidos populistas «esgrime los fantasmas de la inmigración y el multiculturalismo, la inseguridad ciudadana, el paro, la pérdida de soberanía ante organismos supranacionales y la desilusión por los partidos tradicionales», como indicó Mercedes Fernández, coautora del capítulo que analiza el racismo.

El estudio refleja, no obstante, que los españoles en un porcentaje amplio, están a favor de que los inmigrantes traigan a sus familias (más del 80%), que cobren el subsidio de desempleo si se quedan en paro (más del 90%), que obtengan la nacionalidad (más del 75%), que voten en las elecciones municipales (más del 65%) y que voten en las elecciones generales (más del 58%).

Asimismo, aunque el porcentaje de españoles que considera que los inmigrantes contribuyen al desarrollo económico llega al 69% y de que el 77% de los encuestados consideran que en nuestro país los partidos racistas no tendrían aceptación, entre el 50% y el 70% considera elevada la percepción de ayudas por parte de los inmigrantes, y más del 50% piensa que abusan de la atención sanitaria y reciben más ayudas sanitarias que los españoles.

MULTICRISIS

Durante la presentación, el rector de la Universidad Pontificia Comillas, Julio Martínez, subrayó que «la situación de multicrisis que vivimos está sometiendo a nuestras sociedades a un intenso estrés que agudiza las diferencias entre unos y otros. Ante el riesgo de que aflore el resentimiento, la polarización y la división, debemos potenciar la comunión para vencer este desafío que no es solo sanitario, sino también económico, social, político y espiritual».

«Necesitamos más que nunca e la política», revindicó, como la actividad que da un respuesta a lo que pone el riesgo la cohesión social y a la convivencia. En este contexto, apeló a no caer en el sectarismo del que alerta el Papa y reconocer que hay otra parte de la sociedad «que puede hacer propuestas», por ejemplo, en el ámbito educativo frente a la reforma de la Ley de Educación.

El rector también se refirió «al desmoronamiento del contrato social por la crisis de las instituciones básicas que durante décadas han favorecido la socialización y han mantenido la estabilidad socio-política-económica» y abogó por «seguir construyendo juntos un proyecto digno de futuro».

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