Una joven acusa a su padre de prostituirla con 16 años: «Me obligaba a hacer todo lo que ellos querían»

Redacción

Una joven ha testificado este martes cómo su padre la prostituyó durante dos años desde que cumplió los 16 años, lo que le llevó a intentar quitarse la vida en cinco ocasiones: «No lo denuncié por miedo a que nos matara, no quiero venganza, yo a mi padre lo quiero mucho y solo quería que parara porque me obligaba a hacer todo lo que ellos quisieran». «Yo trataba de escaparme, pero me ataban para tener relaciones», ha contado al tribunal la joven, mientras el progenitor ha afirmado que «todo es mentira» y con que estas acusaciones su familia solo busca que les pague «una tasa».

Fiscalía acusa al padre, en el juicio que ha comenzado este martes en la sección tercera de la Audiencia de Valencia, de concertar citas semanales a su hija con distintos hombres desde los 15 años y cuando cumplió los 16 años y un mes de obligarla a mantener relaciones sexuales con ellos. Por estos hechos, el ministerio público le pide pena de prisión de 8 años por delitos relativos a la prostitución, explotación sexual y corrupción de menores, así como inhabilitación profesional para poder trabajar con menores durante 12 años.

La chica, que en estos momentos tiene 21 años, ha contado que desde que tenía 15 años su padre, que trabaja de forma esporádica y sin contrato de camarero en el bar de su tía, le obligaba a quedarse hablando en las mesas con amigos suyos y con clientes del establecimiento. Sin embargo, cuando cumplió 16 años, y al ver que los clientes la deseaban, le obligaba a ir con ellos y debía hacer lo que le pidieran porque a esas edad, le decía, en su país, Bolivia, «una chica ya es una mujer». Todas las semanas le concertaba dos o tres citas, unas quince al mes todos los meses durante dos años. En «varias ocasiones» vio a su padre cobrar por estos encuentros.

Los clientes la recogían en coche en la calle enfrente del bar de su tía, a veces acompañada por su padre. Uno de los hombres la llevó en varias ocasiones a reuniones de trabajo donde la presentaba, pese a ser menor de edad, como su novia y debía estar «callada» y «quieta».

La citas en ocasiones empezaban en restaurantes y terminaban en los propios vehículos, en las casas de los clientes o en hoteles, siempre de Valencia aunque no ha podido identificarlos, donde ha contado que le hacían tocamientos y abusaron de ella. «Yo accedía porque tenía miedo, mi padre decía que nos iba a matar a mí, a mi madre y a mi hermana», ha explicado, y ha aclarado que hasta hoy no ha admitido que abusaron de ella con penetración porque no se sintió «capaz». «Me sentía humillada, no estaba preparada», ha señalado.

Su padre le obligaba a vestirse sexy y elegante y a hacer cualquier cosa que le pidieran, incluido disfrazare y a tomar copas que le sentaban «mal». «A veces perdía el conocimiento, no sabía cómo había llegado a casa ni que había pasado», relata. Asegura haber visto a su padre cobrar tras estas citas. «No sé cuánto cobraba, pero sé que cobraba», asegura.

Las citas se producían por las mañanas y por las noches. Tuvo una anorexia por la que llegó a estar ingresada en las Unidad de Trastornos de la Alimentación. Comenzó a faltar a clases y a suspender exámenes. Ahora sigue en tratamiento psiquiátrico y psicológico y debe tomar medicación.

«TODO ES MENTIRA»

Por contra, el padre ha negado todos los hechos. «Todo es mentira. Yo nunca le concerté citas, es mi hija, yo no puedo hacer esas con ella», ha afirmado. Asimismo, ha justificado todos las visitas médicas de la menor a crisis por el asma que sufría, su bajada en el rendimiento escolar a una amiga a la que «tenía mucho apego» y ha recalcado que era él quien le decía que tenía que comer más. El acusado ha atribuido las acusaciones a motivos económicos porque querían que les pagara una tasa porque no estaban satisfechas con los que les entregaba y querían una casa.

La madre de la menor, que formalizó el divorció a finales de 2013, ha contado que era ella quien trabajaba, a veces fuera de España, y que atribuyó el mal estado de su hija a «cosas de la adolescencia». No fue hasta tras una visita a la psicóloga cuando su hija le confesó que su padre «le pegaba palizas hasta dejarla en el suelo a veces sin motivo». Más adelante contó que le pegaba cuando no le gustaba cómo satisfacía a los clientes. La mujer también le había denunciado por malos tratos. Los abusos sexuales los contó cuando presentaron la denuncia ante la policía.

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