Un estudio vincula el contexto psicológico de las madres con el desarrollo de complicaciones durante el embarazo

Redacción

Unos niveles elevados de cortisol, ansiedad y conflictos entre el ámbito laboral y personal son factores de riesgo que favorecen el desarrollo de complicaciones durante el embarazo; sin embargo, unos niveles altos de melatonina y satisfacción vital protegen de ello, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Hospital Universitario La Paz.

El estudio, que tenía por objetivo analizar las variables biopsicosociales a lo largo del embarazo para identificar factores protectores o de riesgo en el desarrollo de complicaciones materno-fetales, ha sido publicado en el ‘Journal of Personalized Medicine’.

Así, la investigación se ha centrado en dos hormonas importantes durante la gestación: la melatonina y el cortisol, y su relación con aspectos psicológicos maternos del contexto actual, caracterizado por una elevada edad en la maternidad.

Ya existía evidencia de que bajos niveles de melatonina durante el embarazo se relacionan con estados de ansiedad y depresión, quizás debido a la reducción de horas de sueño, ya que esta hormona se sintetiza durante la noche. Por otro lado, el cortisol es una hormona estrechamente relacionada con el estrés y la ansiedad: niveles altos de cortisol materno en embarazos gemelares se ha asociado con menor peso del recién nacido. También hay evidencia científica de que el estrés psicológico materno, especialmente al inicio del embarazo, incrementa el riesgo de trastornos mentales en la descendencia.

«Nuestra hipótesis fue que el contexto psicológico de las madres durante la gestación influye en el embarazo, a través de alteraciones en la melatonina y cortisol materno», exponen los autores.

Para testar esta hipótesis, los investigadores reclutaron 182 mujeres sanas en la octava semana de embarazo, a las que se les extrajo una muestra de sangre en la semana 9 para determinar sus niveles de melatonina y cortisol.

Las mujeres rellenaron varios cuestionarios para analizar variables psicológicas, validados en población española, y se hizo un seguimiento de su embarazo para analizar si desarrollaban alguna patología gestacional (hipertensión, diabetes, preclamsia o anemia, entre otras) o complicación fetal (retraso del crecimiento intrauterino y/o parto prematuro).

Según los datos recogidos en el artículo, las complicaciones maternas representaron el 46,2 por ciento de los embarazos, mientras que las complicaciones fetales fueron el 25 por ciento. Lo más llamativo fueron los modelos propuestos en el artículo, pues los análisis realizados mostraron que tanto las complicaciones maternas como las fetales se asociaron con la prematuridad.

FACTORES PSICOLÓGICOS Y CONTEXTO SOCIAL

«Observamos que los factores psicológicos y los niveles maternos de cortisol y melatonina al inicio del embarazo están fuertemente asociados, pudiendo estas hormonas actuar como mediadores entre la esfera psicológica y las complicaciones gestacionales. Así, encontramos una asociación positiva entre la melatonina, la resiliencia y el afecto positivo, y una asociación negativa con el afecto negativo y las preocupaciones sobre el embarazo», han explicado los autores.

Los autores concluyen que altas puntuaciones en satisfacción vital podrían ser una característica que previene las complicaciones maternas, mientras que la ansiedad y el conflicto trabajo-vida personal podrían ser factores de riesgo para el desarrollo de complicaciones fetales», han apostillado los autores.

Estos datos son importantes para promover directrices de salud pública que apoyen los recursos generales de las madres, la satisfacción vital y la conciliación laboral-familiar durante el embarazo. «Es necesario conocer la realidad psicosocial de cada mujer embarazada, así como intervenir desde la atención primaria hasta la psicología clínica especializada para ayudar a humanizar el embarazo. Estas políticas contribuirían a reducir la tasa de complicaciones obstétricos con un impacto directo en el coste sanitario, en particular en las sociedades con una edad de maternidad avanzada como es el caso de la española», concluyen los autores.

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