Un científico revive un virus ‘zombie’ tras 48.000 años congelado

Redacción

Científicos han revivido a cinco familias de virus que fueron encontradas congeladas en el permafrost del Ártico desde hace 48 500 años.

Estas muestras fueron extraídas de un lago subterráneo a 16 metros bajo la superficie. Las más jóvenes datan de 27 000 años y fueron encontradas en el estómago de un mamut lanudo.

Un ambiente de cambio

El permafrost cubre una quinta parte del hemisferio norte y ha sustentado la tundra ártica y los bosques boreales de Alaska, Canadá y Rusia durante milenios. Sirve como una especie de cápsula del tiempo que conserva, además de virus antiguos, los restos momificados de varios animales extintos que los científicos han podido desenterrar y estudiar en los últimos años,incluidos dos cachorros de león cavernario y un rinoceronte lanudo.

La razón por la que el permafrost es un buen medio de conservación no solo se debe al frío; sino que además es un ambiente libre de oxígeno en el que no penetra la luz. Pero las temperaturas actuales del Ártico se calientan hasta cuatro veces más rápido que el resto del planeta, debilitando la capa superior en la región.

El profesor emérito de medicina y genómica de la Universidad de Aix-Marseille, Jean-Michel Claverie, analizó muestras de tierra del permafrost siberiano para ver si aún hay partículas virales que sigan siendo infecciosas: los ha encontrado.

A través de una investigación publicada en la revista Viruses, Claverie y su equipo aislaron varias cepas de virus antiguos de múltiples muestras. De las cinco familias, la más antigua tenía 48 500 años según el registro de radiocarbono del suelo.

Esta familia, pese a su edad, aún puede contagiar a las amebas unicelulares.

Preocupaciones

Curiosamente, aunque muchos artículos traten de señalar que este tipo de actividades no causa problemas a la vida, en esta oportunidad el investigador principal determina que sí le preocupa que este descubrimiento se perciba a la ligera.

Él teme que la gente considere su investigación como una curiosidad científica y no perciba la posibilidad de que los antiguos virus vuelvan a la vida como una grave amenaza para la salud pública.

“Vemos las huellas de muchos, muchos, muchos otros virus”, agregó. “Así que sabemos que están allí. No sabemos con certeza si todavía están vivos. Pero nuestro razonamiento es que, si los virus de la ameba todavía están vivos, no hay razón por la que los otros virus no sigan vivos y sean capaces de infectar a sus propios anfitriones”.

Los científicos no saben cuánto tiempo estos virus podrían permanecer infecciosos una vez expuestos a las condiciones actuales, o qué probabilidades hay de que el virus encuentre un huésped adecuado.

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