Tamara Falcó e Íñigo Onieva, todo ternura, risas y complicidad durante su paseo más romántico

Redacción

Tamara Falcó e Íñigo Onieva se han vuelto inseparables desde que decidieron dar una segunda oportunidad a su amor y anunciaron su boda a principios del pasado mes de enero. Enamoradísimos, la pareja aprovecha cada hueco en sus ajetreadas agendas profesionales para disfrutar de su felicidad, intentando dedicarse momentos especiales más allá del ajetreo que conlleva preparar el que promete convertirse en el enlace del año.

Así, entre la elaboración definitiva de la lista de invitados – que podría rondar las 500 personas y que está envuelta en la polémica por la decisión de los futuros novios de solo invitar a los cónyuges o prometidos de sus amistades, vetando así a las parejas que no han formalizado oficialmente su relación -, la elección del menú que degustarán después de darse el ‘sí quiero’, y los trámites necesarios para que este se produzca en la pequeña capilla del palacio El Rincón, la marquesa de Griñón y el empresario nos han ‘regalado’ un romántico paseo por las calles de la capital.

Cómplices, y ajenos a que estaban siendo captados por las cámaras de Europa Press, Tamara e Íñigo derrocharon cariño, risas y cercanía por los alrededores del piso que comparten en el madrileño barrio de Justicia – que alquiló el empresario tras su ruptura y en el que la hija de Isabel Preysler lleva instalada en torno a un mes -, manteniendo una entretenida conversación mientras caminaban tranquilamente.

Demostrando lo enamorado que está de su prometida, Íñigo no pudo contenerse y, en un momento dado y después de reírse con alguna ocurrencia de la marquesa de Griñón, la abrazó con ternura antes de darle un casto beso que hizo las delicias de la socialité antes de continuar con su relajado paseo.

Poco después era al empresario al que vimos llegar a su domicilio, con una sonrisa fiel reflejo del gran momento que está viviendo con Tamara. Tan discreto como de costumbre, Íñigo se ha limitado a agradecer las felicitaciones por el cumpleaños de su madre, Carolina Molas – que casualmente cumple años dos días después de Isabel Preysler – sin aclarar qué hay de cierto en que la ‘reina de corazones’ ha pedido que no haya nada en su casa que le recuerde a Mario Vargas Llosa.

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