Personas de mediana edad, los que viven en grandes ciudades y los solteros tuvieron mayor riesgo de suicidio en pademia

Redacción

Los adultos de mediana edad, de entre 40 a 64 años; las personas que viven en grandes áreas urbanas de más de 50.000 habitantes o capitales de provincia, y aquellas que están solteras son los grupos especialmente vulnerables a los efectos de la pandemia, según una investigación sobre suicidio liderada por la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y el CIBER de Salud Mental (CIBERSAM).

Los datos, publicados en ‘European Neuropsychopharmacology’, muestran un incremento del número de suicidios durante los primeros años de la pandemia (2020-2021) con tasas superiores con respecto al periodo previo (2018-2019). «Aunque 2018 supuso un punto de inflexión en el aumento del número de suicidios, la pandemia conllevó una aceleración de este aumento que ya se venía observando», afirma Iván Pérez Diez, investigador del CIBERSAM y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Para llevar a cabo el estudio, se utilizaron los datos de muertes producidas por suicidio facilitados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), así como variables sociodemográficas (sexo a nacer, edad de muerte, estado civil y lugar de fallecimiento). Este aumento en el periodo de pandemia de suicidios se vio tanto en la serie temporal de hombres como en la de mujeres, así como en los nacidos y los no nacidos en España.

Sobre los tres grupos más vulnerables destacados, los investigadores señalan que puede deberse a «la falta de apoyo social» que estuvo más presentes en adultos de mediana edad y en personas solteras. «A ello se le suman las medidas de distanciamiento psicosocial que dificultaron la creación y mantenimiento de las redes de apoyo. A su vez, este tipo de medidas tuvieron un mayor impacto en las grandes áreas urbanas donde las restricciones eran mayores, imposibilitando aún más el contacto social», añade Pérez Diez.

El siguiente paso en la investigación, avanza Alejandro de la Torre, también investigador del investigador del Departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la UCM y del CIBERSAM, sería ver qué otras variables pueden estar afectando a este aumento de suicidios desde variables demográficas como la densidad de población, a variables económicas como la tasa de desempleo o la renta per cápita, a variables ambientales como las temperaturas o la calidad de aire.

«Con estos resultados ponemos de manifiesto la necesidad de políticas y planes de acción para frenar este aumento en el número de suicidios que se viene dando desde 2018 y que se ha visto acelerado por la irrupción de la pandemia de COVID-19. Identificamos grupos más vulnerables y con ello podemos pensar medidas de prevención más específicas para ellos», concluye Pérez Diez.

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