Ya está disponible en Netflix Nadie nos vio partir, miniserie de cinco episodios que reconstruye uno de los secuestros más estremecedores de México. Ambientada a finales de los años 60, la ficción adapta el libro homónimo de la escritora mexicana Tamara Trottner, donde narra, en clave autobiográfica, cómo su padre la raptó a los 5 años junto a su hermano de 9 y los ocultó de su madre.
La serie se inspira en los hechos reales ocurridos en 1968, cuando el progenitor de Trottner, en medio de un proceso de separación y tras un conflicto conyugal en una influyente familia de la comunidad judía de Ciudad de México, secuestró a sus dos hijos y huyó del país con ellos. «El día de mi quinto cumpleaños decide secuestrarnos para vengarse de mi mamá», explicó Trottner en una entrevista con QuéLeer.
Tras el secuestro, el padre sale de México con los niños y los mueve por distintos países durante dos años para dificultar su localización. Diversos testimonios enumeran Francia, Italia, Sudáfrica e Israel como escalas largas de ese recorrido. Los menores creyeron que estaban de excursión, no comprendieron hasta más tarde que se trataba de un rapto: «Nos secuestró durante dos años… Al principio creímos que era un viaje, pero después preguntamos por mamá, mi perro, mi escuela, y nadie nos respondió», compartió Trottner en el canal de YouTube De Dientes para dentro.
Mientras el padre oculta a los niños, la madre activa una búsqueda internacional: «Entra la Interpol y el FBI. Mi mamá no deja de buscarnos». Diversas fuentes coinciden en que, además de los canales comunitarios judíos dentro y fuera de México, intervienen cuerpos policiales y se recurre a un exagente del Mossad reconvertido en investigador privado, que aporta inteligencia y contactos para rastrear pistas en varios continentes.
En 1970, se localizó a los menores en Jerusalén, donde la madre abrió un litigio de custodia. Entonces no existía aún el Convenio de La Haya de 1980 sobre sustracción internacional de menores (entró en vigor el 1 de diciembre de 1983 y México e Israel lo aplican desde 1991), de modo que no había un mecanismo internacional estandarizado de restitución inmediata a la residencia habitual del menor. Por ello, el caso se tramitó sin la velocidad que hoy prevé La Haya.
Tras la resolución judicial, los niños regresaron con su madre, reconstruyeron vínculos en México y procesaron las secuelas de lo sufrido. El relato posterior de Tamara Trottner subraya dos planos: el emocional (confusión inicial de los niños, ruptura del vínculo, duelo por la separación) y el social (una época en la que la sustracción por parte del padre no tenía el reproche jurídico y cultural que hoy existe).
Años después, Trottner retoma el contacto con su padre en la adultez y, a partir de ese reencuentro, escribe la novela Nadie nos vio partir, que convirtió su historia en memoria pública y materia de debate sobre protección de la infancia y cooperación internacional.