Los jóvenes y la gran cantidad de mensajes de odio que reciben en redes sociales

Servimedia

Los jóvenes se enfrentan en las redes sociales a mensajes de odio con gran carga ideológica y política sin la preparación necesaria para asimilarlos, según la investigación ‘Romper cadenas de odio, tejer redes de apoyo: Los y las jóvenes ante los discursos del odio’ presentada este miércoles, en el marco de ‘No More Haters’, por Fad y Maldita.es, con el apoyo de Google.org.

Durante la presentación se dieron a conocer las principales conclusiones de la investigación, realizada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad entre jóvenes de 14 a 29 años, y la app ‘No More Haters’, dirigida a estas mismas edades con el fin de ayudar a identificar los discursos de odio, superar prejuicios y estereotipos, fomentar el diálogo intercultural, y dando herramientas de juicio crítico para las interacciones online.

En el evento intervinieron la directora general de Fad, Beatriz Martín Padura; la cofundadora y CEO de Maldita.es, Clara Jiménez; el investigador del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, Stribor Kuric; y la coordinadora editorial de proyectos de Maldita.es, Laura Chaparro.

Tras la presentación de la investigación y la app se celebró la mesa de diálogo ‘El discurso de odio en redes. Perspectiva desde colectivos afectados’ en la que participaron Charo Alises, jurista en Felgtb y Selene de la Fuente, abogada y técnica de Igualdad en Secretariado Gitano.

La directora general de Fad, Beatriz Martín Padura, señaló que se quiere «contribuir a visibilizar el riesgo que supone que las redes sociales, espacio natural de convivencia de adolescentes y jóvenes, se contaminen con discursos de odio que son la antesala a la discriminación. Combatir este problema depende en gran medida de ellos y ellas pero necesitan apoyo y formación para aprender a identificarlo y no participar en su difusión. Puede que muchos y muchas no sean conscientes de que compartiendo un meme de humor que estigmatiza a un colectivo, por ejemplo, están contribuyendo a ese discurso del odio tan peligroso”.

Por su parte, la cofundadora de Maldita.es, Clara Jiménez Cruz, manifestó que «la desinformación impulsa de forma muy peligrosa los mensajes de odio y ha encontrado en las redes sociales el canal ideal para llegar a los más jóvenes. Este tipo de mensajes son contrarios a una educación plural, diversa y basada en el respeto que debemos conseguir como sociedad. Con este proyecto esperamos que jóvenes y adolescentes desarrollen un espíritu crítico y sepan identificar este tipo de contenidos».

LO QUE PIENSAN LOS JÓVENES

Según la investigación ‘Romper las cadenas de odio, tejer redes de apoyo: Los y las jóvenes ante los discursos de odio en la red’, realizada mediante diversos grupos de discusión de jóvenes entre 14 y 29 años para conocer su percepción, actitudes y experiencias con los discursos de odio en la red, los y las jóvenes españoles son muy conscientes de que en las redes sociales se enfrentan a algunos mensajes con una carga ideológica y política a edad temprana, cuando no tienen la preparación necesaria para asimilarlos adecuadamente, ni para distinguir algunas fronteras entre lo aceptable y lo intolerable.

Perciben los discursos de odio como un peligro y les afectan en la manera de comportarse, a sus hábitos y a lo que comparten o no en redes. Cuando hablan de su día a día ante estas narrativas emergen emociones tales como la angustia, la ansiedad, el estrés, pero sobre todo domina el miedo; les preocupa que este odio pueda traspasar la pantalla y llegar a la vida real.

Coinciden en señalar que los discursos de odio suponen un ejercicio de discriminación y abuso, atacan la diferencia, atentan contra los derechos humanos y traspasan los límites de la dignidad, partiendo de prejuicios y del desconocimiento de algunas realidades, en una espiral que además alimenta esos mismos prejuicios.

Entre los colectivos vulnerables objeto de odio identifican especialmente a personas inmigrantes y colectivos LGTBI; también a mujeres abiertamente feministas. Consideran que el entorno virtual es un espacio que transmite y multiplica el discurso de odio, pero que también genera estrategias y herramientas para combatirlo (movimiento feminista, antirracistas…).

Los motivos que destacan los y las jóvenes sobre los generadores de discurso de odio son la ignorancia o incapacidad para el debate, falta de contacto, malas experiencias, la inmadurez, aburrimiento, complejos de inferioridad o la asimilación de códigos y conductas nocivas, llamar la atención.

En general, los jóvenes participantes en el estudio tienen la premisa de no retroalimentar el odio, no responder ni intentar razonar con personas que generan odio porque lo amplifica. En su opinión, ignorando se desactiva el interés por llamar la atención. Saben que es necesario denunciar, pero entienden el silencio, por miedo a empeorar la situación o parecer débil y por la sensación de desprotección e impotencia.

Los jóvenes ven internet como “ciudad sin ley” o “campo de batalla”. Demasiado grande como para ser controlado y el odio es una contrapartida de poder disfrutar de la necesaria libertad. Se considera que el control o la regulación depende de los usuarios y usuarias, el resto sería censura. El anonimato y la despersonalización, la capacidad de altavoz, que ayuda a generar una sensación de pertenencia a una comunidad, y la desinformación hacen que proliferen los discursos de odio online.

Uno de los peligros de internet es la normalización y legitimación de determinados discursos de odio solamente porque son muy comunes o tienen una amplificación muy elevada (negacionismos, por ejemplo). Esto puede generar un odio oculto o de “baja intensidad”, pero continuo, que puede ser el germen de posiciones más extremistas y perpetúa discriminaciones estructurales.

Los jóvenes entienden que resulta complicado tener conocimiento de la regulación y de las implicaciones jurídicas de este tipo de actividades online, que la ley es muy amplia y vaga.

Consideran que las plataformas no cuentan con las herramientas adecuadas ni la implicación necesaria para controlar el odio. Enfatizan la necesidad de facilitar mecanismos de control y denuncia. Se observa una demanda de “filtros” que criben las noticias verdaderas y falsas, y faciliten a los usuarios y usuarias esa labor, desde un lugar que no requiera de una actitud tan proactiva.

Demandan más claridad en las normas, más coordinación institucional, hacer partícipes a las comunidades vulnerables, normalizar la denuncia, ajustar el código penal, incluir la figura del “moderador”, las sanciones deben ser proporcionadas y graduadas según tipología y gravedad.

COMBATIR EL ODIO

Los jóvenes creen necesario trabajar en valores y emociones. Sienten la necesidad de aprender a tener un pensamiento crítico y a trabajar en el desarrollo de su propia inteligencia emocional. Ven importante la alfabetización digital para poder combatir el discurso de odio.

En los centros educativos reclaman que se generen espacios y contextos para hablar del discurso de odio. También formar a los y las docentes y perseguir la ejemplaridad en el entorno familiar.

En cuanto a la formación de la opinión pública ven necesario visibilizar las injusticias y sensibilizar. Creen que las plataformas deben contar con protocolos de actuación y hacerse responsables en función de su alcance. Se debe formar a periodistas para combatir la legitimación del lenguaje discriminatorio.

GUÍA DOCENTE

En el evento también se presentó la app “No More Haters. ¡Rompe la cadena del odio!” creada para que los y las adolescentes puedan identificar el discurso del odio e interioricen las claves para combatirlo.

Se trata de una web-app responsive, en castellano y en inglés, dirigida a adolescentes y jóvenes de entre 14 y 29 años. La web-app incluye juegos para que los usuarios identifiquen y reaccionen ante situaciones de odio y sumen puntos si aciertan.

El objetivo tanto de la web-app como de la guía docente es promover la reflexión y prevenir manifestaciones de odio e intolerancia entre adolescentes y jóvenes de 14 a 29 años. Es decir, que puedan convertirse en sujetos activos en la búsqueda de soluciones y en el combate frente al odio; promoviendo procesos que faciliten identificar los discursos de odio, superar prejuicios y estereotipos, fomentar el diálogo intercultural, y dando herramientas de juicio crítico para las interacciones online.

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