La ópera siempre gana

Redacción

La ópera siempre gana. Esto es lo que ha ocurrido este 25 de abril en el estreno de ‘Tristán e Isolda’, que ha supuesto el regreso de Richard Wagner al Teatro Real donde, de la mano de un reparto estelar, se ha coronado como una de las grandes actuaciones de la temporada, despedida entre ‘bravos’ y ovaciones entre el público asistente, puesto en pie el término de esta función, tras más de 10 minutos ininterrumpidos de aplausos.

La larga duración de la obra (casi cinco horas) no ha mermado la emoción por esta trágica historia de amor entre el caballero Tristán y la princesa irlandesa Isolda, una leyenda que refleja un idilio que supera todos los obstáculos y que, en esta ocasión, se ha representado en versión en concierto semiescenificada.

La batuta de Semyon Bychkov, al frente del Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real, ha liderado una puesta en escena minimalista que cedía todo el protagonismo a una partitura épica, cuyo preludio figura ya en la historia de las grandes composiciones. Además, contrario a lo habitual, el coro y la orquesta han abandonado el foso para ocupar todo el escenario.

Materializando toda esta pasión, emergía la figura de Andreas Schager, considerado el ‘Tristán’ más grande de la actualidad y que ya interpretó al héroe hace una década en el coliseo madrileño. En el estreno de este 25 de abril ha estado acompañado de la inconmesurable Catherine Foster, quien ha sustituido a la inicialmente prevista Ingela Brimberg como ‘Isolda’. Los dos han convertido en realidad la leyenda medieval que Wagner utilizó para su drama musical en tres actos.

Estrenada en Múnich en 1865, la obra plantea la extrema pasión que lleva a la pareja de amantes protagonistas a romper todas las normas morales, éticas y religiosas, poseídos por el hechizo de un filtro que inicialmente busca la muerte pero que, en lugar de ello, engendra un amor que consume a la pareja en una espiral de pasión y erotismo. Finalmente, sucumben a la muerte, con un resquicio para la esperanza.

Es este camino de anhelo, perdición, purificación y trascendencia el eje de la acción dramática de una historia que Wagner recrea con un texto lleno de aliteraciones y melismas, donde el sonido de las palabras es más importante que su contenido semántico.

Así, en un primer acto se da a conocer el trágico destino de Isolda, comprometida a la fuerza a modo de trofeo con un monarca a quien no quiere y la que el destino hace que finalmente se enamore del caballero que la lleva al altar, sobrino del rey, al cambiar a última hora su doncella Brangäne la pócima preparada para dar muerte al caballero.

En el segundo acto, los amantes se creen ajenos al mundo y viven su amor, en un diálogo fascinante, aunque finalmente son sorprendidos. Herido de muerte Tristán y abandonado al exilio, espera en el tercer acto a su amada, en un monólogo de delirios antes de su último suspiro, al que llega una desolada Isolda que se despide de él con un emotivo broche final. Todo ello convierte a ‘Tristán e Isolda’ en un hito en la historia de la ópera por su armonía, orquestación, hondura y trascendencia.

Previamente a este estreno, ‘Tristán e Isolda’ ya se representó en el Real con tres producciones escénicas y musicales muy distintas: en 2000, con Daniel Barenboim (y la Staatskapelle Berlin) y Harry Kupfer; en 2008, con Jesús López Cobos y Lluis Pasqual; y en 2014 con Marc Piollet y Peter Sellars (con Bill Viola).

Tampoco ha sido la primera vez para Andreas Schager que ya participó en el Teatro Real en ‘Rienzi’ (2012), ‘Tristán e Isolda’ (2014, en sustitución de Robert Dean Smith), ‘Siegfried’ (2021) y ‘El ocaso de los dioses’ (2022). Bychkov también ha regresado al coliseo madrileño tras el éxito de ‘Parsifal’, en 2016 y, de ‘Elektra’, de Richard Strauss, en 2012.

Como ya avanzó en rueda de prensa el director artístico del Real, Joan Matabosch el papel de Schager es el «más exigente y brutal» para un tenor. Por su parte, el intérprete austriaco afirmó que hacer de Tristán «es como subir al monte Everest» por las exigencias del papel mientras que Bychkov apuntó que hacer esta ópera se asemeja a una «maratón», al ser «plenamente cromática» con un estado de conflicto que se resuelve hasta el último compás.

El reparto sobre el escenario se ha completado esta noche con Franz-Josef Selig (Rey Marke), que participó en ‘Pelléas et Mélisande’ (2002 y 2012), ‘Escenas del Fausto de Goethe’ (2009), ‘Tristán e Isolda’ (2014), ‘Fidelio’ (2015) y ‘Parsifal’ (2016); secundados por Thomas Johannes Mayer (Kurwenal), Neal Cooper (Melot), Ekaterina Gubanova (Brangäne), Jorge Rodríguez-Norton (pastor), Alejandro del Cerro (marinero) y David Lagares (timonel).

La de este martes 25 de abril es la primera de las cuatro únicas funciones previstas, que continuará el 29 de abril, y el 3 y 6 de mayo, con todas las entradas prácticamente vendidas.

«NUNCA SE HA COMPUESTO NADA COMO ESTO»

Esta obra se gestó en poco más de dos años (1857-1859) como una especie de gran catarsis, en un período convulso en la vida de Richard Wagner marcado por el exilio, su crisis matrimonial, la ruina económica y la fatiga tras la composición de su descomunal ‘Tetralogía’, paralizada en una encrucijada creativa en medio de la escritura de Siegfried.

Wagner, que pretendía componer una ópera sencilla, que le solucionara los problemas financieros, sin complicaciones escénicas y dramatúrgicas, llevó sin embargo al límite su escritura armónica. Pronto se dio cuenta de que ‘Tristán e Isolda’ serían mucho más de lo que se había propuesto, anotando al final del borrador del primer acto: «Nunca se ha compuesto nada como esto».

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