La National Gallery y el Thyssen ‘desnudan’ a Lucien Freud, el pintor de «la belleza en cuerpos no canónicos»

Redacción

La National Gallery de Londres y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza han puesto en marcha una exposición conjunta en torno a la figura de Lucien Freud, con el objetivo de «medir con los grandes maestros» al artista «que encuentra la belleza en los cuerpos no canónicos».

La primera parada de esta muestra, coincidente con el centenario del nacimiento del pintor, ha tenido lugar en la National Gallery desde el pasado 1 de octubre –y hasta el 22 de enero–. Ya en febrero de 2023 será cuando la mayor parte de las piezas de la muestra viajen a Madrid, donde aterrizarán a partir del 14 de ese mes y hasta el 18 de junio.

En total, la exposición en Londres albergará 68 obras, mientras que en Madrid estarán en torno a 55. La comisaria de la muestra en Madrid y jefa de conservación de pintura moderna del Thyssen, Paloma Alarcó, ha explicado que esta diferencia de obras se debe en principio a algunas complicaciones en los préstamos para fuera de Reino Unido, a lo que se suma la diferencia de espacio con la National Gallery.

Por ejemplo, una sala especial dedicada a la figura de la madre de Freud no estará en el Thyssen –«es una elección mía, pero también de espacio», ha indicado la conservadora–. Pero tampoco algunas obras icónicas, como el pequeño retrato que hizo de la reina Isabel II o la pintura en 1947 de su primera esposa, Kathleen Eleonora ‘Kitty’ Garman, junto a un gato.

Por el contrario, sí estarán obras como la primera que Freud consiguió vender –‘Mujer con un narciso’, en 1953, al MOMA–; ‘Habitación de hotel’ –el último cuadro que pintó sentado, en el año 1954– o ‘Large interior’, la obra en la que iba a retratar a la exesposa de Mick Jagger, Jerry Hall, amamantando a su bebé y que terminó por sustituirla por el cuerpo de su asistente, David Dawson, debido a sus reiteradas ausencias a la hora de posar.

Asimismo, las exposiciones recuperan los famosos desnudos de los modelos de Freud –y del propio artista británico–. «El cuerpo es una cuestión que Freud se ha preguntado a lo largo de su carrera: pero no estaba en el desnudo clásico, sino que muchas veces pintaba cuerpos excesivos y fuera de los canones. Quizás toda esa atención al cuerpo tenía que ver con la mortalidad, un ‘memento mori’ que le persiguió todo el rato», ha señalado el comisario de la muestra en la National Gallery, Daniel F. Herrman.

En esta misma línea, Alarcó recuerda que Freud fue «un pionero para plasmar con ternura relaciones homosexuales o la vulnerabilidad con el SIDA». La modelo Sue Tilley, en una imagen icónica en el suelo de su estudio, o el artista de variedades y transformista Leigh Bowery, son buenos ejemplos de ello.

UN FREUD «LEJOS DEL PSICOANÁLISIS»

También hay otro objetivo compartido en esta muestra por parte de ambos museos: el de cambiar «la visión» que se tiene de Freud. «A Freud siempre se le ha tratado de forma biográfica, por su mala fama o la mitificación como nieto de Sigmund Freud. Pero de las pocas manifestaciones que hizo, afirmaba que no había leído ni una sola línea de su abuelo: por eso no nos resultaba válido un acercamiento psicoanalítico», ha matizado Alarcó.

A esto se suma la idea de «medir» a Freud «con los grandes maestros» de la pintura –cabe recordar que en la National Gallery no suele trabajar con obras de artistas contemporáneos–. Con las obras contextualizadas en estas pinacotecas, se pueden descubrir influencias, como las de artistas del Renacimiento en su primera época –retratos frontales, muchas veces con una flor en la mano–.

Por el momento, la capital británica está volcada con la figura de Freud en su centenario: desde una muestra en la galería Gagosian bajo el título de ‘Amigos y relaciones’ hasta la exposición ‘Caballos y Freud’ en la galería Ordovás, regentada por la española Pilar Ordovás y que también fue amiga en vida del artista británico.

EN LA CASA DEL PINTOR

El propio David Dawson, heredero de la casa de Freud en Londres que aún conserva el estudio tal y como lo tenía el pintor, ha recordado en un encuentro con la prensa la figura del autor de numerosos retratos. «Su propósito era siempre hacer los mejores retratos y esa era la única premisa para elegir al modelo», ha señalado.

Dawson no comparte esa imagen de ‘pintor difícil’ respecto al trato con sus modelos –solía emplear 4 ó 5 sesiones a la semana de hasta ocho horas de duración–. «Por supuesto que era tiempo, pero era su manera de pintar. Eso permitía al modelo estar cada vez más a gusto, Lucien era un buen conversador y las personas no se cansaban. De hecho, casi todos querían repetir», ha concluido.

Las + leídas