José Sánchez Franco publica ‘La hojarasca que quedó’, una novela intimista que refleja la realidad cotidiana a través de una historia de ficción

Remitido

José Sánchez Franco ha sentido una gran inquietud por la escritura desde la década de los ochenta y en La hojarasca que quedó acerca a sus lectores a una realidad cotidiana a través de la ficción. “Creo que, aparte de los personajes principales, el hecho de que el lector se encuentra con un ambiente más amplio del entorno de una ciudad irreal”, añade él mismo

Publicada en Círculo Rojo, Grupo Editorial, el lector va a encontrar, según las palabras del propio autor, “mi deseo es plasmar las inquietudes y problemas de la realidad cotidiana”.

Sinopsis

La población de Basules aparecía desierta al llegar la noche. Solo la luz de un quinqué mal dibujaba la sombra del que salía de la taberna y se alejaba rascándose sin piedad con su bestia de reata. A la ciudad venía gente de todos los rincones de la tierra y se marchaba hacia los más insospechados lugares. Fue a partir de la llegada de la luz eléctrica cuando su ambiente variopinto se animó, y en sus calles se oían los gritos de los vendedores de guarretes, mercaderes de chatarra, adivinos, charlatanes y embusteros. Había también gente mágica, y otros que no morían nunca, como era el caso de Pretoria Ventura, obsesionada por visitar a los enfermos moribundos con el fin de darles recados, para que se los llevaran a sus familiares fallecidos, sin saber si habrían ido a la gloria o al infierno. Pero lo que más prestigió a los nativos fue la llegada del Hispalense, hombre de exquisita verborrea, entendido en amores y hermano de Lulú de la Pomerania.

Autor

José Sánchez Franco nació en Otivar (Granada). En el citado pueblo y en la ciudad costera de Almuñécar vivió hasta trasladarse a la isla de Mallorca, lugar donde reside. En su novela más autobiográfica, Bastian y la ciudad sin ley, aun sin editar, se encuentra una relación más detallada acerca de su formación académica y profesional.

Hasta los treinta años no le atrapó su vocación literaria. Su inquietud es la de despertar en el prójimo el recuerdo de sus deberes, frenar el orgullo, las artimañas, las contiendas y perturbaciones de un mundo carente de valores morales.

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