Investigadores alertan del malestar psicológico de los trabajadores de residencias de mayores

Servimedia

El Equipo de Investigación Personalidad, Estrés y Salud de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) alerta en un estudio de los “riesgos psicosociales laborales” a los que se enfrenta el personal de las residencias de mayores, donde se produjeron muchas muertes provocadas por la pandemia del coronavirus que causaron “dolor” entre los trabajadores.

En la investigación participaron 228 trabajadores de residencias de 42 provincias, entre los que se encuentran médicos, enfermeras, auxiliares de enfermería, auxiliares de geriatría, trabajadores sociales, psicólogos, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, directores y coordinadores.

Los resultados, publicados en la ‘Journal of Applied Gerontology’, reflejan que los trabajadores sociosanitarios de las residencias presentan “sobrecarga y presión social derivada de su trabajo”, así como un “sufrimiento importante a causa del contacto con la muerte y el dolor al que han estado expuestos”.

“Estos trabajadores están preocupados por la falta de personal y de material de protección para no contagiarse ni contagiar a otros. El personal médico y de enfermería es el más perjudicado, probablemente debido a su implicación directa en el cuidado de las personas que han contraído el virus”, señalaron los autores.

Entre estos profesionales se han encontrado también niveles altos de estrés traumático secundario, siendo todavía más altos entre aquellos trabajadores de residencias en las que se detectaron casos positivos de coronavirus.

“El estrés traumático secundario se define como el conjunto de emociones y conductas que aparecen como resultado de ser testigos del trauma que ha vivido otra persona, o bien de ayudar o cuidar a una persona traumatizada. Los síntomas son parecidos a aquellos experimentados por las personas que viven el trauma en primera persona”, explicaron.

Según la investigación, también se apreció entre los participantes niveles altos de miedo al contagio, que parece incrementarse entre aquellos profesionales de mayor edad debido, probablemente, a la percepción entre estos trabajadores de una mayor vulnerabilidad a las consecuencias del virus.

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