Este es ‘Lucifer’, el mayor asesino en serie dentro de prisión

Alfonso de la Mata

Marcos Paulo da Silva, apodado ‘Lucifer’, es un preso brasileño que ha acabado con la vida de 48 presos a lo largo de sus 25 años en prisión. Su mote se debe a un tatuaje que tiene impreso en su cuerpo y en que se puede leer la frase “Lucifer es mi protector”.

Lucifer ingresó en la cárcel a la edad de 18 años por un delito menor. Desde entonces ha dejado un reguero de sangre y terror por los diferentes penales por los que ha pasado. Según la Secretaría Estatal de Administración Penitenciaria de Sao Paulo, da Silva fue condenado a 217 años y tres meses de prisión por haber cometido seis homicidios en la cárcel, además de que todavía está a la espera de recibir una sentencia por haber ordenado la muerte de otros dos presos en el 2015.

En el año 2009  fundó la hermandad Resgate do Bonde Cerol Fininho, una agrupación criminal creada en el corazón del sistema penitenciario de Sao Paulo que se encarga de asesinar integrantes del grupo Primer Comando de la Capital (PCC), considerada una de la asociaciones delictivas más grande de Sudamérica y de que fue miembro hasta 2008.

Una de las  firmas características de los miembros era la de decapitar a sus víctimas, arrancarles las vísceras, y firmar con su  sangre el nombre del grupo en las paredes de las celdas de los asesinados. Según explicó el propio preso su objetivo es “acabar con los tiranos que usan sus fuerzas para oprimir a los más débiles, especialmente a PCC, TCC, ADA y SS”. Asimismo, su es “lealtad, justicia, guerra y muerte”.

En septiembre de 2011 mató a cinco reclusos de la penitenciaría de Serra Azul, en Sao Paulo, y mientras cometía este acto gritó: “¡Cómo me gusta esto, quiero matar más presos!”.

Silva ha pasado por diversas cárceles a lo largo de los años. En enero de 2018 fue enviado a Catanduvas, en donde se mutiló varias veces zonas como los brazos, las piernas y el vientre. Entonces fue diagnosticado con trastorno de personalidad, psicosis y se determinó que requiere un tratamiento especializado; sin embargo, los centros penitenciarios no cuentan con los recursos necesarios.

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