España tiene la cifra más alta de Europa de jóvenes ludópatas entre 14 y 21 años

Alvaro San Román

Los adolescentes varones, especialmente entre los 15 y 16 años, tienen más riesgo de desarrollar una adicción a las apuestas online, una actividad principalmente masculina, más adictiva que el juego tradicional y que representa un problema de salud que afecta gravemente a todas las fases de la adolescencia.

El 18,3% de los chicos, frente al 2,2 de las chicas, practica el juego online como una forma de ocio y para estable­cer relaciones sociales. Los que ya sufren la adicción (1,22%) son conscientes de que deben dejar de jugar, pero reconocen que necesitan apostar cada vez más para conseguir los efectos deseados, lo que les provo­ca pérdidas económicas. También admiten que en alguna ocasión han mentido sobre su implicación en el juego y que necesitan a los demás para que lo financien, la única forma para solventar las deu­das contraídas.

Los chicos también prefieren los videojuegos (17% frente al 2,2% de las chicas), sobre todo en la franja comprendida entre los 11 y los 16 años (23%) y principalmente porque les permite demostrar habilidades de estrategia, así como “competir y ganar”. Quienes eligen esta forma de entretenimiento optan por videojuegos de rol en modalidad multijugador masivo, potencialmente más adictivo que el juego offline. Los videojuegos se promocionan a edades tempranas y representan una parte importante del ocio de los más pequeños, probablemente en detrimento de otras actividades lúdicas necesarias para el desarrollo y la maduración óptima.

Así lo revela el informe Detección temprana y prevención de adicciones tecnológicas en adolescentes, que han presentado la Universidad de Valencia y Fundación MAPFRE .

La investigación, , pone de manifiesto que el móvil se ha convertido en el principal “objeto de deseo” de los adolescentes españo­les, con independencia del sexo, edad y lugar de residencia. Las chicas, en concreto, muestran niveles de adicción más elevados que ellos (8,2% vs. 3,2 %) y también mayores conductas de riesgo de dependencia (24,7 vs. 12,0 %), lo que puede deberse a que la principal función del móvil es la comunicación instantánea en cualquier momento y desde cualquier lugar.

Por edades, los jóvenes con mayor dependencia al teléfono móvil tienen entre 18 y 20 años y aquellos con mayor riesgo de adicción, se encuentran en la franja comprendida entre los 15 y los 16.

Redes “emocionales”: ellas necesitan aprobación y “likes”

Al igual que ocurre con el móvil, las chicas también muestran niveles más altos de adicción y de riesgo de dependencia de las redes sociales que los chicos (8,9 y 25% vs. 4,2 y 13,1%, respec­tivamente). Los investigadores creen que se debe al hecho de que a través de las redes ellas muestran “mayor dependencia al grupo” y “con­formidad con las normas”, necesitan la “aprobación” y estar presentes en la comunidad virtual.

El informe revela que la “autoestima” de muchas de ellas depende de la cantidad de “likes” que obtienen o de los comentarios de aceptación del grupo de iguales. WhatsApp es la principal herramienta de comu­nicación que utilizan los adolescentes. Por edades, los que sufren mayor dependencia a las redes sociales son los adolescentes que tienen entre 15 y 16, lo que según los expertos es congruente con la etapa evolutiva en la que se encuentran, que se caracteriza por la “conexión permanente con el grupo de iguales”, un factor “muy importante” para todos ellos.

Silenciar el móvil y conocer el gasto económico

“Para evitar una adicción a las nuevas tecnologías es clave consolidar un hábito de uso que nos devuelva el control y evite que amigos y conocidos decidan por nosotros acerca del tiempo y la forma”. Así lo ha manifestado Antonio Guzmán, director de Promoción de la Salud de Mapfre

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