El Carnegie Hall se rinde al embrujo de Falla y a la ‘primorosa’ Sabina Puértolas

Redacción

El Carnegie Hall ha cerrado este viernes 16 de septiembre una velada especial –y muy aplaudida– para el Teatro Real, al sonar en el mítico recinto desde composiciones de Falla hasta clásicas piezas de zarzuela como ‘Canción del ruiseñor’, de ‘Doña Francisquita’ o ‘Me llaman la primorosa’, de ‘El barbero de Sevilla’, en la voz de la soprano Sabina Puértolas.

Con la presencia de la Reina Sofía y un elenco encabezado por la propia Puértolas junto con el director de orquesta Juanjo Mena y el pianista Javier Perianes, la ‘Gran Gala española’ ha arrancado puntual a las 20.30 –hora de Nueva York– con la suite número 1 de ‘El sombrero de tres picos’, ante un público que ocupaba gran parte de los asientos del recinto.

Ya había advertido Mena que tocar en el Carnegie no es cosa sencilla, puesto que la acústica de la sala puede acabar «arrasando» a los espectadores con los decibelios. «Es una sala extraña y peligrosa para la orquesta, ya que el sonido no debe superar nunca lo que acepta la sala», alertaba.

A todo esto se suma la responsabilidad de actuar en un escenario que, entre otros grandes momentos, fue la ‘casa’ que acogió a Judy Garland con su célebre espectáculo convertido en el disco más vendido del momento –hasta que llegaron The Beatles– y que acoge una impresionante galería de retratos de grandes figuras que han pasado por su escenario –como por ejemplo, la bailaora española Carmen Amaya–.

La propia Puértolas confesaba estar «nerviosa» las horas previas a su actuación, que veía como una segunda oportunidad. La soprano ha recordado cómo la pandemia le privó de debutar en el Met de Nueva York, institución con la que había firmado un contrato para actuar con ‘El barbero de Sevilla’ y que finalmente no salió adelante.

Respecto al recital, Perianes ha llevado con maestría las partituras de piezas de Falla y Albéniz –‘Noches en los jardines de España’ y la ‘Suite Iberia’–. Más habitual de este escenario, el músico admitía también tener muy presente un nombre antes de salir: el de la pianista española Alicia de Larrocha, quien se despidió del Carnegie con una ovación de más de 30 minutos.

«Para mí, el Carnegie tiene la grandeza de esos recintos como el Colón de Buenos Aires», afirmaba. La segunda parte se ha correspondido con el ‘momento zarzuela’, que Puértolas ha definido como «el swing que corre por las venas» de los españoles y que esperaba fuese «entendido» por el público neoyorquino.

En su voz se han escuchado partes de ‘La tabernera del puerto’ y las dos citadas zarzuelas de Amadeo Vives y Gerónimo Giménez y Manuel Nieto, acompañando en ocasiones con un baile bien recibido por parte del público –previsiblemente, también su marido entre ellos, un piloto de avión que ha hecho el vuelo a Nueva York desde España y que tenía previsto llegar «al menos a la segunda parte», según confesaba con una sonrisa Puértolas–.

Y todavía quedaba la parte final, esa que «abraza» todo el recital desde el principio hasta su conclusión: vuelta a la suite de Falla de ‘El sombrero de tres picos’, la número 2, con la que se ha puesto el broche a una noche que ha buscado ofrecer «lo mejor del repertorio» musical español para comenzar un ‘desembarco’ americano.

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