DAVID FELIPE ARRANZ SUEÑA CON UNA ESPAÑA CULTA Y DE PROGRESO EN SU ÚLTIMO LIBRO

Alvaro San Román

España sin resolver. Crónicas de la postransición (Pigmalión), es el último volumen que ha publicado el filólogo y periodista David Felipe Arranz, profesor de periodismo en la Universidad Carlos III de Madrid, un volumen que reúne más de un centenar de artículos publicados en diferentes medios digitales a lo largo de la última década y en el que aboga por la independencia de la profesión.

¿Cómo definirías a nuestra clase política hoy?

Una efebocracia narcisista, inculta, prepotente y poco empática con las necesidades de la ciudadanía, que confunde el escaño o el sillón del Poder con el beneficio personal; baste como ejemplo la tardanza en reaccionar ante la subida desproporcionada de la tarifa eléctrica o la propia demora en tomar las medidas para salvaguardar a la población del coronavirus: en enero los hospitales españoles ya estaban aislando las plantas de neumología, por ejemplo. De manera que el político español es ese “animal” que habla en endecasílabos en el Hemiciclo y piensa y actúa como un pícaro del Siglo de Oro para que no lo entrullen cuando mete la mano en la caja: Rinconete y Cortadillo son la mística española al lado de esta tropa. De estos políticos líbranos, Señor.

¿Por qué para ti España está sin resolver?

Nuestro país ha sido desde la Edad Media crisol de culturas y en tiempos de Alfonso X el Sabio y de la Escuela de traductores de Toledo se alcanzó una cierta armonía entre las tres principales: la cristiana, la musulmana y la hebrea. Pero esto cambió con los Reyes Católicos y la idea megalomaniaca de la España imperial. Sánchez-Albornoz en España, un enigma histórico, habla de “agotamiento” en la segunda mitad del siglo XVII y de un quijotismo mal entendido que llevó a enfrentarnos a Napoleón Bonaparte: no queríamos afrancesarnos, es decir, modernizarnos, y pedimos a gritos –¡¡Vivan las caenas!!– que volviese el rey felón, Fernando VII, a sojuzgarnos. Meléndez Valdés, Jovellanos y Moratín fueron puestos bajo sospecha: la sumisión al monarca más corrupto fue nuestra respuesta a la Francia ilustrada. La historia nos ilumina acerca de este “enigma” sin resolver; en la Transición teníamos sed de democracia: hoy preferimos que nos digan lo que tenemos que hacer por parte no solo de los mandatarios, sino de los “influencers” y otros gurús que no ofrecen más respuesta social que su propio lucro. Por lo tanto, España está sin resolver por culpa de los españoles: Larra, Unamuno y Ortega, que le dieron mil vueltas al problema de España, bien lo sabían. Más que una nación, somos un florilegio de democracia movediza donde cada poema es de su padre y de su madre.

¿Cómo deberían ser los dirigentes de nuestro país?

Como propugnó Platón en El Banquete, deberían saber capitanear la nave de la república por sus conocimientos y su capacidad de convertirse en referentes porque son los mejores hombres; por lo tanto, sabiduría, empatía, educación, cultura y servicio social a la comunidad serían para mí las características que tendría que tener todo buen político. Los que tenemos son la luz tuerta de nuestro siglo, pero no nos equivoquemos, porque son el espejo al borde de nuestro camino y el Congreso es lo más parecido que tenemos a un teatro; de hecho, Cervantes dice que el teatro “nos pone un espejo a cada paso delante, donde se ven al vivo las acciones de la vida humana”. Umbral lo y nos definió muy bien en Un ser de lejanías: somos una “antología de santos, mártires, poetas, predadores, pícaros y putas, legionarios y alcabaleros, navegantes y virreyes, espadachines y cómicos, místicos y chapineros, marilocas de Lope y dioses malva de Juan Ramón”.

¿Qué opina del sistema electoral?

Que es una abominación perpetrada por los partidos políticos para perpetuarse en el poder, y me refiero al sistema de listas cerradas para las candidaturas y a la ley D’Hont: esto deja poco margen a los políticos vocacionales, a los hombres de Estado, a las representaciones minoritarias y provinciales; el político honrado se encuentra cada vez más alejado de la corrupción de los partidos. La meritocracia brilla por su ausencia, si bien esta tendencia se puede hacer extensible a otros ámbitos, como el de las grandes empresas u otras organizaciones, donde la meritocracia se ha venido sustituyendo por una mediocracia, y esto tiene difícil solución. La suciedad no solo se acumula bajo las alfombras de la Cámara Baja: el caso del comisario Villarejo, por ejemplo, a los que todos recurrían así lo demuestra.

¿Por qué cree que es necesario imprimir en papel en papel y en forma de libro artículos que ha publicado vd. en medios digitales?

Porque el libro permanecerá para siempre y lo digital está “en la nube”: hoy puede estar y mañana ya no. Ya tuve una experiencia previa con decenas de artículos que publiqué en un diario digital y que desaparecieron de la noche a la mañana, al igual que los del resto de columnistas, porque a algún imbécil se le ocurrió rediseñarlo. Hay que salvar del “farenheit” digital el testimonio de lo que hemos vivido y pensado: esta salutación de la tecnología sin cabeza donde hacen negocio unas pocas multinacionales con nuestros datos personales, usos y costumbres es la nueva barbarie.

¿Mantiene la esperanza de que España “se resuelva” dentro de poco?

Creo que tendrán que venir varios recambios generacionales para que las malas mañas sean solo recuerdos de lo que se ha venido haciendo mal. De momento, no se va a resolver porque los extremos se tocan y somos un país maniqueo, donde actúa el voto del resentimiento y el descontento, y donde nadie habla del trasvase de votos entre VOX y Unidas Podemos que en algunos casos, como Andalucía, llegó en algunas elecciones al 15%. Pensemos, por ejemplo, en Salvador de Madariaga, que criticó el comunismo, arremetió contra Franco, quiso una Europa unida y tuvo que exiliarse. Esta posición, que es independiente, no se concibe hoy: tienes que ser de izquierdas o de derechas, pero no conciliador o centrista. Entonces van unos y otros y lo llaman a uno tibio: los franquistas, rojo traidor, y las izquierdas, conservador reaccionario. Seguimos siendo ese país de brocha gorda y pensamiento delgado.

Elija: ¿es usted de izquierdas o de derechas?

Soy de un liberalismo moderado al que la “autoridad” del tipo que sea le produce urticaria, pero no en un sentido económico ni capitalista, sino en el sentido en que se entendía el liberalismo romántico del siglo XIX, en el constitucional de 1812 –limitación de poderes del monarca, establecimiento del sufragio universal, libertad de imprenta…– y protector de la libertad individual frente al leviatán del Estado, como Larra, Espronceda o Bécquer. Me identifico mucho también con Francisco Giner de los Ríos y con Manuel Azaña: ellos soñaron una España de progreso, culta y respetuosa como yo, pero no de boquilla, sino con esfuerzo y batalla. Las huellas de sus planes educativos aún se sienten y en Lorca y “La Barraca” encontraron un aliado perfecto. Se echan de menos.

¿Cuándo ha fallado nuestro sistema educativo?

Aquellos políticos tan preocupados por la Institución Libre de Enseñanza y la educación de los españoles se hubiesen llevado las manos a la cabeza con las sucesivas reformas de los ministros de Educación que hemos padecido desde la LOGSE, que se aprueba en 1990, y seguimos sufriendo: el último borrador, por ejemplo, aboga por la supresión de los dictados, los diptongos e hiatos, los prefijos y los sufijos, la conjugación de los verbos y los adjetivos, conjunciones y adverbios. Pero claro, de un país como el nuestro que es cuna de la novela moderna, y que casi ha desterrado de los planes de estudio de secundaria y bachillerato la obra de su creador, a Cervantes, al que se enseña mal, qué puede esperarse… Confío más en los esfuerzos personales de los maestros ejemplares y profesores sensatos que en un sistema educativo que va a peor. Mi amado Oscar Wilde, que era de corazón anarquista, en El alma del hombre bajo el socialismo, asegura: “A veces la gente se pregunta bajo qué tipo de gobierno viviría mejor el artista, y sólo hay una respuesta: en ninguno”. Pues eso.

 

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