Cómo catar un vino

Remitido

1. Observación. Se descorcha y sirve el vino. Primero, hay que oler el corcho, para asegurar que está en buenas condiciones y no tiene un olor desagradable a moho u hongos. El mismo debe estar limpio y no debe desmoronarse fácilmente. Después, hay que coger la copa por el tallo o la base, así no se calienta el vino. El color da una idea de la edad del vino. En un vino tinto, cuanto más rubí o cereza y brillante es el vino, más joven; si es más granate o teja, suele ser un vino más envejecido con crianza. Por último, mediremos la densidad del vino, observando cómo caen las lágrimas de vino. A menor velocidad de caída, mayor densidad, más graduación alcohólica.


2. Olfato. Sin agitar el vino, hay que introducir la nariz y olerlo. Primero, se localizan los aromas propios de la uva. Después, hay que agitar ligeramente el vino para que desprenda más aromas, los que se originan en la fermentación. Y, por último, hay que agitar con más energía para que aparezcan los aromas bouquet; se desarrollan durante la crianza del vino.

3. Degustación. Cuando el vino llega a la boca, hay que pasarlo con la lengua de un lado al otro y tratar de apreciar los cuatro sabores básicos. Un vino redondo es aquel que logra el equilibro perfecto entre los cuatro (ácido, dulce, salado y amargo). Después, hay que determinar la textura; se puede notar suavidad como algo positivo en un vino y rugosidad como algo negativo. Por último, cuando se traga el vino y se expulsa el aire por la nariz, se está analizando la vía retronasal, sería larga en el caso de que durante un tiempo se noten las mismas sensaciones.

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